Reímos mucho en esa época , era a veces un poco surrealista irte a comprar ropita, no sabes lo feliz que nos hacías con solo pensarte.
Como te decía, quince días, quince absurdos días sin descanso, reformas, compras, preparativos. ¡Gracias a ti pude pintar nuestra habitación de rosa! No te imaginas lo que deseábamos que vinieras, cinco años, cinco años esperándote y yo ahora era incapaz de aguantar quince días más. ¿Estúpido no crees?
Los días previos a tu llegada se me hacían larguísimos y las noches eran eternas. Mi cabeza no paraba de pensarte de imaginarte, te veía en la habitación jugando con los juguetes que yo algún día utilicé y escuchando los cuentos que un día a mi me llevaron a esos mundos donde creía que todo era posible, esos mundos en los que yo quiero que vivas tú. Me imaginaba también queriéndote, sí pequeña, yo ya te quería desde antes de conocerte. Hasta ese momento Chema okupaba mi amor, pero en el preciso instante en que esta loca idea se planteó en nuestra familia yo supe que estuvieras donde estuvieras te quería, os quiero a los dos. Pero otras dudas planeaban por mi mente esos días, tú princesa ¿serías capaz de quererme a mi una ínfima parte de lo que yo ya te quería a ti?¿te gustaría?¿estaría a la altura de tus espectativas? Tuve miedo, un miedo irracional que pensé solo podía solventar de una manera, con amor, más del que pudieras necesitar.
Trabajamos duro ¿sabes? Papi fue un experto albañil por esos tiempos y mami y yo...bueno digamos que éramos algo así como peones...aunque una cosa si que se nos daba genial: patinar por nuetsra habitación con el suelo mojado. Llenabas de luz y felicidad todo aquello que inundabas con tu pensamiento.
Otra cosa que recuerdo fue la ardua tarea de ponerte nombre, yo, tu hermana preferida, tuve el honor, el privilegio y también la responsabilidad de elegirlo. Celia, la que vino del cielo. Cuando lo vi supe en el instante que no existía otro nombre más perfecto para ti.
Llegó el momento, papi y mami fueron a conocerte, Chema y yo nos moríamos de envidia. Cuando mami me llamó y me dijo "yo ya estoy enamorada de ella" yo supe que también lo estaba.
Un día después de que ellos te conocieran tuve el privilegio de hacerlo yo, tu quizá no lo recuerdes pero yo llevaba mis vaqueros favoritos, esos que algún día me robarás y una camiseta rosa. Compré para ti un cargamento de piruletas, se rumoreaba que no tenías muy buen genio con los desconocidos y quise salvaguardarme las espaldas, llevaba demasiado tiempo sin dormir con oscuros pensamientos. Tú...princesa tú ibas con un vestido azul cielo, una camiseta blanca y unos zapatos beige...de ti irradiaba una luz natural y tus ojos verdes me hablaban de amor y de cariño, de perdón y de fortaleza. Te cogí en mis brazos y me sonreiste (debo puntualizar que no necesité piruletas), y cuando me sonreiste con la fuerza del valor y la superación supe que podría cruzar mil infiernos porque esa sonrisa jamás se borrara de tu cara. Desde ese preciso instante estaba enamorada de ti.
Por fin llegaste a casa y conociste a Chema y a Harry, ahora sí que sí éramos una familia completa. Desde ese día has inundado la casa con tu risa y con tus llantos, con tus magníficas genialidades y con tus cabezonerías potencialmente derivadas a la política. Llenas, al fin y al cabo, esta casa de amor y felicidad, también de dolores de cabeza, pero inmensamente felices. Hacía años que unas Navidades no eran para mi tan especiales, gracias mi vida, por existir y por aguantar y sobretodo por dejarnos reflejar en tu espejo de luz e inocencia a todas las personas que creemos en ti y te queremos. Me has enseñado no solo a ser de nuevo una hermana mayor, sino que me enseñas día a día una valiosa lección que siempre te agradeceré.
He de reconocer aquí, y con esto ya termino, que se pueden tomar decisiones acertadas a lo largo de una vida, pero ninguna tanto como la que hizo que hoy celebremos aquí, en tu casa, en nuestra casa, tu cumpleaños.
No hay comentarios:
Publicar un comentario