sábado, 28 de octubre de 2017

1823

Quién o qué te convenció de dejar de ser un travieso gato callejero dos veces al mes?

miércoles, 25 de octubre de 2017

1613

¿Sabes esa sensación de descubrir a alguien? ¿De realmente saber cuando cae el disfraz que tan habilmente se intentaba mantener? Ahí, justo en ese momento y no en otro es cuando todo se gasta, cuando yo tengo la sensación de haberme bebido o fumado hasta el último centímetro de esa piel. Me aborda, entonces, una sensación de conocido, de normal, de común.

Quizá hoy con más preguntas que nunca, personaje sin nombre, es cuando más creo haberte conocido. Cuando tú has decidido montar solo y conducir despacio por las aburridas autopistas de la desilusión. Tú, que me acusaste a mi de conformista. Me rio ahora al ver tu máscara caer. Lo común, lo conocido, ¡amarga sorpresa! Muchas preguntas que tú, personaje sin nombre, no quieres escuchar. Algún día las querrás responder. Puedes encontrarme recorriendo los tejados de madrugada, fiel a mi personaje, con mi disfraz intacto, con la máscara por sonrisa. Pero cuidado el metal ahora está mojado y lo común cae fácilmente.

Es verdad, y no me asusta reconocerlo, que durante apenas cuatro o cinco segundos te pensé como un personaje diferente, como música capaz de descubrir lo que hay detrás de la pose, lo que se esconde cuando el músico toca tras una cortina. No es así, hay desazón en mis palabras, es cierto. Pero no hay tristeza donde no hubo persona.

Imagino que algún día nos volveremos a encontrar siendo otras máscaras que descifrar.

Sigo viajando, porque los gatos nocturnos de tejado no pueden parar, al lado del Conductor Suicida. Tú, maldito Conductor Suicida, que estás herido pero que luchas por mantener tu disfraz, tú que siempre guardas un trocito de mentira para transformar en verdad. Tú que no me preguntas porque no quieres respuestas. Tú, Conductor Suicida, que no respondes para que no me quede sin preguntas. Maldito seas, bendito maldito, Conductor Suicida, que aunque no te pares en el centro del dolor mismo, jamás me dejarás sola en la batalla.

Y a ti Hombre del traje gris, aléjate de las musas que te traen a mi mente. Tú que con "agüita del mar andaluz quisiste enamorarme", a ti te echo de menos en los ojos incapaces de ver más allá de la máscara que tú odiabas, que tú quitaste. Tú compañero del alma, a ti que te debo una cerveza, a ti que te debo una carta, tú que me desnudaste, tú que eras música.

Y al final yo, que sigo esperando en el tejado mojado, que te recordaré, personaje sin nombre, como el efímero pensamiento del quizá, y a ti, Conductor Suicida, que te espero todas las noches para conducir deprisa. Tú que no te gastas.

domingo, 15 de octubre de 2017

1502

Ahora que es tarde y que todo parece verse con una luz especial, me siento y pienso.
Pienso en cómo volver al principio, descubrir en qué punto exactamente nos perdemos. Yo me pierdo. Tú que ni ahora ni cuando los puentes de mi barca se hayan roto hacia tu isla volverás a rescatarme con cinco líneas de Cortázar. A ti que el infierno te quema ahora que ya no me buscas de noche. Ahora que tu certeza puede más que tus ganas de encontrarme en cualquier baño de antro desgastado. Tu certeza que mata esas etílicas palabras de revolucionario de prestado, de bolivariano idealista, esas palabras que me invitaban a beberme los días a fumarme contigo las noches. Tu certeza, ahora, que tapa a la política que se hacía desnudos en la cama, que hiela a tu guerra fría que nos hacía arder. 
Odio tu certeza y la mia de saber que no vendrás cuando deje de pintar de colores tu techo.

miércoles, 11 de octubre de 2017

030

¿Cuánto tiempo hacía? ¿Cuánto desde la última necesidad irrefrenable de dejarlo todo para escribir? ¿Conoces esa sensación? Yo la conozco demasiado bien.
Esa necesidad apremiante de parar el mundo, de escapar unas horas para vaciar mi mente. Es realmente acogedora esta sensación.
Me doy cuenta de que las cuatro o cinco o veinte líneas escritas aquí y allá durante este tiempo no son nada como esta sensación de parar y escribir ahora.

Te pienso, personaje sin nombre, y tus preguntas vienen a revolver mi mente.
Viajo deprisa ahora por calles nuevas, corro, a veces, para que el desasosiego no me encuentre. Me escondo en pequeñas callejuelas grises, blancas, azules... me escondo por si decides venir a encontrarme. No lo espero.

Te pienso, Conductor Suicida, y a veces creo volver a verte en el asiento trasero del coche diciéndome que sí, que te sentarías conmigo a ver arder el infierno. Pero ahora, tanto tiempo después, la madrugada te parece fría y las ojeras de gata sentada en el tejado azul se vuelven un problema.

Tú, Hombre del traje Gris, vienes y me recuerdas que es difícil competir con "mi Annie Hall, mi Gioconda, mi Wendy, las damas primero..." Tú no puedes perder.

Apenas silencio en habitaciones desiertas.
¿Quién eres? Me preguntas. Quién quiero ser, te respondo.