domingo, 15 de julio de 2012

el poder de la mente

No hacer nunca lo que no quieres.
Con esa máxima por bandera conduzco mi vida, no es fácil, casi nunca lo es pero no lo ha sido especialmente esta noche. Sabes qué tienes que hacer, qué debes hacer pero no quieres. Sabes lo que deseas hacer. Surgen los problemas en mi mente.
Sin más me encuentro en una playa abarrotada de gente, con esa música dolorosa y angustiante. De fondo tenuemente un cantautor toca, casi inaudible pero reconocible. Los acordes sabineros van tomando forma y no puedo evitarlo, me acerco. No puedo, no debo quedarme. Lucho. Unas palabras diabólicas. Me quedo. De repente, conciertazo en directo, con la arena de la playa rozando mis pies y una cerveza fría acompañda de humo blanco. ¿Se puede pedir más? Buena compañía y eso también lo tengo. Y cuando no esperaba más, cuando todo era perfecto acaba el concierto con una voz rota  y nos dieron las diez y las once las doce y la una y las dos y las tres y tú Conductor Suicida susurras en mi oido unos tímidos versos. Y es, en ese momento, cuando me alegro de sobrevivir, de haber luchado todas y cada una de mis batallas, de lucir mis cicatrices (o vivir, como tú lo llamas) y de estar aquí. Archivo en mi mente cada sonido,cada olor.
Más tarde vuelvo a mi obligaciòn. Pero el sucio reggaeton ya no me molesta, los vomitivos tios borrachos me dan igual, el agobio, garrafón, colas, los viceversa han dejado de importarme porque el poder de la mente es increíble y la mia no se fue en toda la noche del concierto, ni de los acordes, ni de tu abrazo Conductor Suicida.
Volaré