Es maravilloso el efecto que el sol provoca en mi. Son las 12 de la mañana y necesitaba sentarme. Sentarme y escribir mientras fumo mi último cigarro. Anoche me acosté con demasiados pensamientos rondando en mi cabeza. La noche pasó entre el desvelo y los sueños y esta mañana necesitaba escribir, sentarme con el reconfortante sol calentando mi cuerpo.
Me despierto, son las ocho de la mañana y mi pequeña y dulece pesadilla se mete en mi cama. Dice que es hora de despertar y yo la rehuyo, ¡es demasiado temprano! No obstante, acampa en mi cama. Me llena de besos y no puedo evitar reírme. Sí, yo me rio a las ocho de la mañana. Es ella, no puedo evitarlo. Alguna genialidad tempranera de las suyas y cuando se va sigo durmiendo, pero con un mejor sabor de boca. Te quiero tanto pequeño bichito...
Después navego durante algunas horas, sin pena ni gloria, me siento extrañamente ausente. Como si mi mente quisiera decirme algo pero no lo hace, o no la escucho. Creo que se acerca uno de esos momentos en los que necesito pensar, pensar desde mi voluntaria soledad, pero no me atrevo. En lugar de eso fumo. Necesito un poco de paz, quizá necesito dejarme sentir, pero no puedo. Yo nunca puedo. Las circunstancias no lo permiten, la sonrisa en mi boca debe ser permanente. Sino, ¿quién me querrá? Quién osará soportarme si me dejo sentir tal y como debo? Es inútil, ni yo misma quiero hacerlo, quizá no sé. Nunca he aprendido a dejarme sentir, a decir no cuando es NO y a gritar sí cuando es SI. Seguiré, por sonsiguiente en esta estancia reconfortante de mi estipulada existencia. No debo, no quiero o no me atrevo a enfrentarme a mis demonios.
Me culpo, pero no te culpo. Pongo énfasis en la última frase. No te culpo. No pretendo que me entiendas, no pretendo que entiendas lo que no entiendo.
Solo quiero que algún día, como alguien sabe, una versión mejorada de mi se enfrente y perfeccione todo lo que yo no soy capaz.
Me siento mejor, termino con Sabina que como siempre parece describir con versos mi ánimo.
Flota en el aire una melancolía de hojas de un calendario mercenario, qué dolor. Mañana será otro día mucho peor. Por no pedir disculpas ni permiso, levanté una balada hipotecada con sangre de otra herida, sin otro compromiso que la vida.