jueves, 24 de noviembre de 2011

Paraísos artificiales

Me siento, fumo y pierdo los pocos minutos que me quedan para entregar una práctica en escribir. Porque me has inspirado, tú lo sabes. Es curiosos que las musas de la palabra empiecen a acudir a mi en mi estado sobrio, ¿algo cambia? Quizá el reto mental de la palabra, los argumentos o la dialéctica sutil y malintencionada den a mi mente otro estímulo parecido al de el alcohol, el humo blanco o el sexo sin control ni conciencia. 

Me siento bien, hoy me siento realmente bien y es por eso que decido hablar de paraísos. Antes de nada debo decir qué es para mi un paraíso, ya que en mi vida los hay a montones. Quizá lo más fácil sea decir lo que no es. 
No es una meta, no es algo a lo que llegará si hago buenas acciones, no es un estado de paz y tranquilidad necesariamente, no es el pasaje bíblico donde todos los cristianos son felices. Entonces ¿que son mis paraísos? 
Para mi un paraíso es un viaje improvisado, el olor a viejo de un libro. Mi paraíso es una teoría refutada al calor de la cerveza, o una tarde no planeada. Mi paraíso está en la soledad de mi terraza. Mis paraísos son noches blancas y salvajes. Mi paraíso es la soledad de mi vacío. Mi paraíso se encuentra en el café de media tarde o en la caricia furtiva de madrugada. Mis paraísos son arañazos que escuecen y se sienten a lo largo del tiempo. El paraíso es para mi la ilusión por cambiar el mundo. Mi paraíso está donde viven los sueños que se explican o no se explican, que se entienden o no se entienden. Mis paraísos viven en las miradas cómplices, las mentiras piadosas y las noches en vela. Para mi el paraíso es esa persona que te rescata de las tinieblas sin decir nada. El paraíso se encuentra en las borracheras melancólicas a deshoras. El paraíso es quedar para cenar y no tomar ni un bocado. Mis paraísos viven en los malditos versos de sabina. El paraíso para mi se encuentra en el echar de menos, en los recuerdos que viven inmutables en el tiempo, en los tequilas que alejan y unen personas, en los chupitos con cigarro de después. Mis paraísos son todas aquellas islas que se encuentran alejadas de la sociedad pero consruyen puentes de visita. Me dejaré seguro parísos en el tintero, pero mis paraísos son estos, mis pequeños momentos de felicidad.

2 comentarios:

  1. Como dices al principio, es más fácil decir qué no es un paraíso para empezar, sí. Tienes una atracción por el mal (o al menos desprecio por el bien) que me resulta hasta perturbadora, no he encontrado palabra más adecuada xD. La cuestión aquí sería delimitar qué es bien y qué es mal. Delimitar o morir, ya lo dijo un sabio y lo repitió una (sabia)sociópata con problemas de limitación cuando se encontraba, curiosamente, poseída por los demonios del etanol.
    Las mentiras piadosas, lejos de ser paraísos, yo los consideraría más bien oasis, es decir, paraísos de pega. Coincido con todos los demás paraísos.

    pd: Lo de "noches blancas y salvajes" ha sonado a estrella de rock sepultada bajo farlopa.

    pd2: Es la primera vez que me llaman musa a la cara.

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  2. ...podemos sumar otros, como una pésima partida de billar en la que lo que menos importa es si las bolas entran o salen por encima de la mesa, los nachos empapados en salsa de queso, los viajes en coche a algún aeropuerto en los que se repiten las miradas y comentarios cómplices, los masajes tras una agotadora tarde ejerciendo de madre soltera, vencer al frío intenso de la madrugada bajo gruesas mantas, no saber a qué atenerte con las instrucciones que te da (o debería darte) tu copiloto cuando vas al volante, esas "carreras" en coche en las que sonríes por la ventana cuando adelantas a tu rival, o cómo ser rescatado de la frustración y la impotencia por algo que te importa gracias a alguien que te importa todavía más...
    Sin duda son muchos, todos importantes (yo también me dejaré muchos en el tintero), pero lo interesante es que nunca dejemos de apreciarlos en su justa medida, porque (en el fondo, en el fondo...) dan sentido a nuestra existencia.

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