Aún cuando el humo blanco se apaga y mi cordura vuelve a apoderarse de mi, no soy yo. Mi yo ebrio tiene secuestrado al sobrio y ni siquiera un lunes de resaca por la mañana es capaz de escapar. Contaré un cuento (sueño) en esta mañana apasionantemente solitaria y desencantada. Tengo que plasmarlo en papel para que no se olvide.
Yo era un comandante de algún bastardo ejército, luchándo por algún sucio ideal que no fui capaz a recordar. Y así comienza vestida de militar, pero tranquila y diáfana, con una seguridad aplastante y con la convicción en todo momento de qué debía hacer. En algún punto del tiempo me dan un ultimatum, debo rendirme y deponer las armas o explotarán una bomba nuclear en nuestro país. Pienso. ¿A quién quiero engañar? No pienso, sé qué tengo que hacer en todo momento y sé que debo contestar "yo no me rindo ante las amenazas, seguiré luchando hasta el final" Después de esto nos dan una hora, tenemos hasta las 4 para dar fin a la lucha. Nos encontramos en esta situación, yo como responsable debo comunicar al resto de mis camaradas lo que acaba de suceder y por supuesto la decisión que yo he tomado. Porque lo sabía, porque tenía que tomar esta decisión.
Pasan las horas rápidas, confusas. Y de repente me veo en una habitación que usamos a modo de cuartel, tranquila, sentada, dándole vueltas a la próxima ofensiva. Porque no pasa nada, la bomba no va a explotar. Entra un soldado, un simple soldado que lleva una granada de mano cogida. Le miro, no le tengo miedo, no tengo miedo a nada. Le veo que busca entre las cajas y los papeles de nuestro cuartel como si estuviera nervioso, como si creyera que va a pasar algo. Entonces le hablo, le digo que qué quiere, que me lo diga que sé donde se encuentra todo ubicado. Me dice que no, que prefiere buscarlo y me pasa la granada, me da la granada y la sujeto con la mano. Pasan los minutos y el pobre soldado cada vez esta más nervioso, le digo que se siente, que nos sentemos juntos a esperar la hora pero le reitero cientos de veces que no va a pasar nada, que ninguna bomba atómica va a explotar. (Sigo con la granda en mi mano) Estoy convencida, convencida hasta lo más profundo que nada sucederá e intento convencer al soldado, que a pesar de todo está muy nervioso. Nos sentamos uno frente al otro con las piernas cruzadas y dejo la granada en el centro, entre nosotros dos. Le repito que se tranquilice. Faltan dos minutos para que se cumpla la hora fijada. Nos miramos a los ojos y respiro de tranquilidad cuando veo que mi reloj marca las cuatro y nada ha sucedido. Le vuelvo a mirar y le digo ¿Ves? No pasa nada. En el mismo momento que muevo la cabeza y miro por la ventana de pequeño cuartel. Veo la bomba acercarse y su onda expansiva cada vez más cerca. No hay tiempo, no nos movemos no hablamos. El soldado me mira una última vez, como queriendo decir algo, no lo sé. Un último movimiento, intento protegerme con los brazos. Es tarde.
Momento para la reflexión como tantas veces hemos hecho mientras el humo blanco salía de nuestras bocas, la cerveza estaba inundando nuestras gargantas y las esquinas se hacían cada vez más afiladas y los colores eran cada vez más vivos y la luz se apagaba pausadamente.
¿De qué guerra estamos hablando? ¿Por qué estoy tan segura de todos mis movimientos? ¿Por qué soy yo quien manda, quien lleva las riendas? ¿Por qué decido luchar hasta el final? ¿Que hubiera pasado si me rindo, si tomo la decisión de rendirme? ¿Tendría que morir? ¿Qué significa esa estúpida granade de mano? ¿Quién es ese soldado que perturba mis tranquilidad y serenidad? ¿Por qué estoy tan tranquila? ¿Por qué tengo unos segundos de paz desde que son las cuatro hasta que veo como la bomba nuclear se acerca? ¿Por qué mi último movimiento es protegerme?
Estás hablando de la peor de las guerras, una guerra interna. Y digo que es la peor porque, al fin y al cabo, siempre se puede escapar de todo, menos de uno mismo. Con esto te respondo también a la 2º y 3º pregunta, pero lo curioso es que existen 2 "yo" diferenciados y que uno manda sobre otro, tú sabes cuál :) . La granada de mano es tu mal menor y la representación de tu decisión, por último, te proteges porque, por muy valientes que seamos, nadie quiere morir (sufrir, en este caso).
ResponderEliminarSuscribiendo el comentario, y añadiendo un par de cosas que sabes que tenemos apuntadas para desarrollarlas en otro momento, creo que hay algunas cosas que pueden sacarse en claro.
ResponderEliminarEn primer lugar, como ya pudimos hablar ayer, también creo que se trata de una guerra entre tus dos "yo", pero me parece que podemos profundizar un poco más en el tema de la granada si recuerdas lo que te comenté hace unos días: cuando ciertas cosas no sólo no te hagan ningún bien, sino que impliquen un fusilamiento contra ti, tienes en tu mano la opción (la granada) de cortar por lo sano para protegerte (el final de tu sueño) y evitar así un mal mayor (en tu sueño la bomba, lo que podría representar ciertas acciones que provocan que una agradable tarde de cervezas y risas se convierta por un momento en un mal rato -en el que sabes que siempre tendrás con quien hablar =)-).
En cuanto a tu pregunta de por qué manda el general, esa parte de ti, ya te comenté que puede ser porque sabes que es así como te sientes más segura y capaz de hacer o decir ciertas cosas (con lo que respondemos también a tu segunda pregunta).
Otra cosa que me llama la atención es el hecho de que "el comandante" está muy seguro y tranquilo acerca de dónde están todos los papeles, tiene todo perfectamente calculado, mientras que "el soldado raso" está desorientado, inseguro, y quiere saber algo que "el comandante" sí sabe. Ya lo comentaremos :)
En la penúltima pregunta, sobre los segundos de paz, también te pude comentar ayer algo: creo que puede representar ese período de tiempo entre que tomas una decisión sobre algo y el momento en el que te decides a enfrentar la decisión en sí y las consecuencias de ésta.
Por último, también creo que ese gesto de protección se debe a que, como todo el mundo, tú también temes pasarlo mal y que ciertas cosas te afecten.
Ya tendremos tiempo para hablar sobre esto (o sobre lo que haga falta) largo y tendido. Un besoo!