sábado, 1 de octubre de 2011

¿Todos locos?

Parece hoy, como ayer y seguro que como mañana. Pero algo cambia, por suerte o por desgracia siempre algo cambia. Venganza, retórica y mucha ironía. Venganza más que fría, caducada. Retórica insana y demasiado directa. Ironía cuidada y malintencionada. ¿Qué?

Dicen que se acaba el mundo, que la bolsa quiebra, que invirtamos en conservas y que nos volvamos todos locos. Espera. Lo último lo añado yo.

Todos locos, locos hasta el último aliento, hasta que los instintos más primitivos salgan a flor de piel. Hasta que nadie comprenda a nadie, hasta que todos seamos extraños. Locos hasta el punto de no hablar, ni juzgar. Hasta que el quiero secuestre, torture y mate al debo, hasta que oiga al último agonizar hasta la muerte. Locos, todos locos hasta que no quede conciencia en el mundo. Hasta que la mentira (¿mentira?) sea una furcia, de las que fuman de noche, de las que beben whisky, a las que es imposible impresionar. Al final todo es eso, locura hasta el punto de no dormir, de teorizar por las noches, de combertir tardes en noches, de no volver más.
Porque la verdad es un cabo suelto de la mentira, decía el maestro. Maestro en noches, maestro en días. Maestro en tabaco, noches en vela, en acostar al sol. Maestro en la maestría de que todo pase, o no pase. Pero si, no todos los momentos pasan, pero en cada momento algo no pasa, de qué nos sirve pensar.

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