Te conozco.
¿Perdona?
Que te conozco.
Mi cabeza pensó quien será este maldito loco, ¿a qué viene? Estoy demasiado cansada para poner sonrisas falsas en mi cara. Sarcástica mueca en mi cara y se aleja. ¡Qué alivio! ¿O quizá no? Sí, sí, mejor que se vaya.
Hola, ¿quieres saber algo?
¿Qué?- con mirada de suficiencia incluída.
Te conozco.
Ya, pues felicidades.
Me sonríe y se va. Deja tras de sí un olor hipnótico, sensual... Me quedo largo rato mirándolo, deseando que gire la cabeza. No ocurre. Pero su olor, su maldito olor me seduce. Cerveza, por favor.
Te diré una cosa- de repente su voz demasiado cerca de mi piel.
No creo que pueda interesarme.
Pues entonces me gustaría saber porque llevas toda la noche pensando en mi.
Emm...mmm...eso no es cierto, yo...eehh...-mi cara comenzó a tomar ese color rojizo que tanto odio.
Tranquila, tranquila sé que es inevitable.-una estúpida sonrisa se instaló en mi cara.
Se fue. De fondo escuché como decía, espero que te siente bien y cuando iba a preguntar qué el camarero me puso una cerveza. Bebí esa cerveza despacio, saboreando hasta el último grano de malta y no dejaba de pensar en él. ¿Quién será? ¿Qué querrá? Está loco, fue mi conclusión. Espero no volver a cruzármelo pensé. No sería así
Te diré una cosa.
¿Otra vez tú?
De nada.
Ah sí, gracias. Pero vamos no me sorprende nada que me invites a una cerveza, no eres el primero.
Pero quizá sí sea el primero en otra cosa, ¿sabes?
Sorpréndeme.
Te conozco.
¿Porqué?
Porque yo ya te quería desde antes de conocerte y también sé que te enamorarás de mi.
Estas loco.
Claro, tú también. Por eso esta noche ambos arderemos en el infierno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario