Escribo de nuevo, no con mucho más acierto, ahora q mis músculos entumecidos se relajan, ahora que comparada, constitucional o hacienda dejan sitio para volar.
Ocasionalmente un torbellino de pensamientos invade mi mente y me perturba hasta el límite de la tortuosidad. Es en esos momentos cuando necesito caminar lejos y a buen ritmo. Necesito llegar. No sé a dónde, solo llegar, caminar sin rumbo aparente mientras flechas amarillas marcan el camino. Las dudas, entonces, invaden mi mente y me asfixian como el teléfono o las personas vacías. Camino sola, generalmente, pero con buena compañía. Me siento a la orilla de algún río y me mojo los pies mientras escucho un cuento y vuelo como los deseos en el aire, como las promesas por cumplir. Y así sucede, que cuando camino absorta en mis pensamientos más profundos, cuando el látigo resuena decenas de kilómetros atrás, o el peso que cargo se hace insoportable, alguien aparece y camina conmigo, un rato o dos, o quizá incontables minutos que hacen arder los relojes y el tiempo. No importa. Y es así como la tortuosidad se desvanece, parando el tiempo en cada momento importante, reteniéndolo en la memoria mientras el olor lo impregna todo.
aunque sabía que esta entrada está (misteriosamente) cronológicamente perdida, me gusta encontrar lo perdido,"disfrutar" lo que según algunas lenguas es "soportar" :P
ResponderEliminarcuando tu semana post-exámenes acaba, y cuando el cansancio, el estrés o las pocas ganas de estudiar han dejado paso a la semana de la marmota, no debes olvidar a quien desea caminar a tu lado. pese a que puede haber (y de hecho lo hay) momentos en que necesites andar sola, la isla incansable se sigue moviendo para encontrarte y caminar contigo cuantos ratos desees (sí, yo también me he dado cuenta del parecido razonable que esta última frase tiene con "perdidos"... ssshhh!, no digas nada, mantén el misterio =) ).
mientras tanto, aquí tienes unas zapatillas (un tanto grandes, es cierto) disponibles para acompañarte en el camino; sabes que en el fondo...