lunes, 19 de septiembre de 2011

Fiestas II

Resulta inquieto contemplar las sombras que proyecta tu calma, cuando solo queda una tenúe luz amarilla de madrugada, como de despedida. Así tengo una excusa. Entre el tumulto de gente y una música estridente de fondo nos reimos a carcajadas y la gente se pregunta. Pero no existen preguntas, ni respuestas, solo tabaco y madrugadas inciertas.
De nuevo, demasiado. Demasiado dramatismo que surca las palabras que escucho, que no me gustan pero escucho. Demasiado debate que me hace hablar horas sobre futuros lejanos, sobre planes pendientes. Sin embargo, como siempre sigo en la lucha y la gente sonríe y yo les devuelvo la sonrisa con una mirada austera sin un ápice de gloria.
Me pregunto, a veces, por qué la gente habla tanto. Como si siempre tuvieran algo que decir, o como si siempre hubiera que decir algo. No me gusta la la forma de gesticular de las personas, ni las conversaciones vacías. Es difícil encontrar a alguien que realmente merezca una conversación de mas de un minuto o de más de una sonrisa complicada.
Me digo a mi misma que me estoy volviendo demasiado exquisita. Al fin y al cabo esta es mi vida, siempre demasiado.

1 comentario:

  1. ... y quien ha dicho que el "elitismo" en las relaciones sociales es algo malo?? jajaj; en cualquier caso, es algo que produce cierto estrés en los demás por el hecho de que mantener un nivel óptimo en la calidad de nuestras palabras no siempre es fácil (podríamos incluso establecer una relación inversamente proporcional al nivel de alcochol ingerido y al número de quintos vacíos sobre la mesa de algún oscuro bar).
    En cualquier caso, que nadie nos quite nuestro derecho a hablar (bien o mal, el caso es tener la oportunidad)... a partir de ahí, que cada uno se encargue de seleccionar aquéllo realmente apetecible.
    Un honor inaugurar tu sección de comentarios, espero haber estado a la altura :D, un beso!

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