viernes, 15 de abril de 2011

y así fue como aprendí, que en historias de dos conviene a veces mentir.

¿Por qué sigo dándote vueltas en mi cabeza? Tú estás ajeno a esta batalla interna que se disputa en mi cabeza. Debería fumar y volver a por mi copa. Es tan delicioso el olor a mar...por un momento me olvidé que no estaba sola. Sigo pensando, lo pospondré hasta más tarde. Fotos, risas, ginebra, whisky, tabaco... Es estúpido, lo sé, pero no puedo sacarte de mi cabeza. Vuelvo a alejarme de todos, me tumbo en la arena equipada (esta vez sí) para seguir con mi maldita lucha interna. Já! Esta vez fui previsora, traje mi copa y el tabaco. Me gusta el suave tacto de la arena en mi piel. Observo la que tienen montada a tan solo unos metros de mi, debería estar allí, no obstante necesito ganar esta batalla. ¡Mierda! ¡Fuego! En el preciso instante en el que tras un número importante de improperios me dispongo a levantarme te veo acercarte con una estúpida sonrisa de suficiencia y el mechero en la mano. Tres, cuatro, quizá diez palabras y te vuelves a ir. "Aida, me repito a mi misma, es necesario que libres esta batalla, la ganes o la pierdas pero has de enfrentarte a la lucha" En efecto eso me propongo hacer, pero mi copa está casi vacía y decido que para esta última contienda necesitaré algo más de alcohol. Vuelvo a la casa, esto es un absoluto desmadre, demasiadas preguntas. "Sí, estoy de puta madre, quiero coger colorcito" Cruce de miradas, me da igual tú jamas supiste leer en mis ojos lo que quería decir mi mente. Vuelvo a estar preparada, regreso al puto de partida y ahora sí, lucho contigo y contra ti esperando ver cuál será el resultado. Parezco un tanto herida, las balas de la soledad rezaron mi cuerpo, esa munición llamada deseo me atraviesa por completo, un antiguo y temible enemigo que se apoda "conciencia" me bombardea con su más temible arma -el dilema del bien y el mal-, y yo, a estas alturas ya ando terriblemente herida. Te busco con todas mis fuerzas, puedo visualizarte pero no te veo. Supongo que estarás a lo lejos pero no te oigo ni te siento. Por último deseo, grito, proclamo con todas mis fuerzas mi necesidad de saber algo de ti. Pero...no das señales de vida. Fin de la guerra, resultado ¿? -basta con que yo lo sepa-.

Vuelvo a mi fiesta, sonrio, no importa ya nada. Me lo paso genial, al fin y al cabo, estoy aquí y somos geniales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario